jueves, 27 de febrero de 2025

En defensa de lo clásico y de la escuela pública


Irene Vallejo en su discurso de investidura como Doctora Honoris Causa por la UNED: 

(...) "Muchas voces dicen que Tucídides y Tácito, Heródoto y Eurípides tal vez pertenecen a un hábitat de viejas estanterías polvorientas. Yo creo que los clásicos no son modelos, son surcos. Con la azada del pensamiento araron la tierra, la dejaron roturada para nosotros. Sembramos en esos surcos. Leer la literatura del pasado no es una labor pasiva, sino creativa. Nuevas ideas brotan del mismo suelo, otras estrofas de agua corren por los cauces de los milenarios ríos. Como quiere la etimología, la cultura es cultivo. El pasado no es un museo de figuras de cera ni un cementerio. Es territorio fértil". Por eso le parece "revolucionario que el conocimiento del pasado nos pertenezca a todos. Es audaz entablar diálogos con las mejores mentes de todos los tiempos".(...)
(...) Algunas personas tienden a reducir el sentido de estas peripecias humanas a la rentabilidad laboral futura. Dejaré responder a uno de esos superfluos y obsoletos clásicos grecolatinos, Plutarco, en Sobre la educación de los hijos: 'Un día un hombre le preguntó a Aristipo de Cirene, discípulo del célebre filósofo Sócrates, cuánto le cobraría por educar a su hijo. Al escuchar la suma que le pedía Aristipo, el padre, indignado por la respuesta, contestó que por ese precio se compraba un esclavo. Entonces, dijo el filósofo, tendrás dos esclavos: tu hijo y el que compres”....
Lo dijo Plutarco: la escuela es una filial de ese fuego que cobijó los primeros cuentos y las preguntas precoces. La palabra ‘escuela’ viene del griego scholé, que significa ‘ocio’. Los griegos pensaban que las horas de estudio son tiempo de recreo para uno mismo, frente al trabajo, que te pone al servicio de un amo o del dinero. La escuela nos permite escapar a la esfera del puro sobrevivir para adentrarnos en la del vivir. Aristóteles escribió: 'En el principio de toda buena acción, está el ocio', o sea, la educación y la cultura". Y trajo también a Sócrates, "un gran ocioso del pensamiento. Merodeaba por el ágora y las calles, tratando de convencer a los atenienses para que interrumpieran sus tareas y se demorasen en conversaciones. Veía en la amistad, el diálogo entre el maestro y sus discípulos y la discusión intelectual actividades hermanas, la médula de la libertad. Cubiertas las necesidades básicas de la vida, la siguiente conquista social es el aprendizaje y el saber.  
La palabra studium significaba afición, afán, empeño, cuidado. Y a las aulas de primaria las llamaron ludi, juego. Todos estos términos apuntan al léxico de la actividad apasionante, la afición y el juego. Esta es la lección de los antiguos: la escuela, aunque sea obligatoria, nos hace libres".  (...)

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