Mercurio y Argos
Diego Velázquez, circa 1659
Museo del Prado (Madrid)
Cuentan que Júpiter, enamorado de la ninfa Io, la envolvió en una espesa neblina para que no se escapara; Juno, celosa, disipa la niebla y Júpiter, para evitar ser descubiertos, transforma a la ninfa en una hermosa ternera. Pero Juno se la reclama y encarga su custodia a Argos, el gigante de 100 ojos que nunca dormía.
Júpiter envía a Mercurio para rescatarla y el mensajero de los dioses consigue con su música adormeceder al gigante (momento que podemos ver representado en el cuadro) y después matarlo y recuperar a Io.
¿sabes, Martín, qué hizo Juno para conservar la memoria de su fiel guardián?
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